Ayer estuve en el Fake Market de Shanghai. Es decir, en el Mercado de las Falsificaciones. Nada más entrar no dejan de ofrecerle a uno comprar un Rolex por unos pocos yuanes o un bolso Prada a precio de risa. Pasear entre sus tiendas es ver un sin fin de Iphones «Mini» (sí, el Iphone Mini existe… en China!), juegos de la Wii, zapatillas Paul Smith, bufandas de famosos cuadros escoceses y Vuitones de todos los modelos y colores. Todo falso, claro está.
Me acordé de lo que en el libro Gratis: El futuro de un precio radical de Paul Anderson (#recomendado) se escribía sobre el concepto de la copia y la propiedad intelectual en el gigante asiático: aquí en China la propiedad intelectual es gratis. Uno solo paga por las cosas que compra pero no por las ideas que hay detrás de ellas. Lo que en occidente puede parecerle a muchos un escándalo tiene, contrariamente a lo que muchas veces nos cuentan, unas causas y unas consecuencias más que sutiles…
En China la copia falsa tiene varias causas: está relacionada con la situación de un país en desarrollo, con un sistema legal bastante laxo y, al mismo tiempo, con una concepción confucionista de la vida en la que la sabiduría se alcanza mediante la imitación de los maestros y, por lo tanto, el copiar es algo socialmente reconocido.
Más en Protégeles: ¡Compra imitaciones!, de Francisco Polo.