No, no pienso escribirte para que me des de baja en tu newsletter

Admito que con el tiempo me he vuelto un talibán en el tema de las newsletters; prácticamente todo lo que hacemos online tiene una newsletter y en la mayorí­a de los casos con un único objetivo: que consumas más.

Tengo que decir, llegados a este punto, que hay newsletters no comerciales, faltarí­a más: de hecho durante un tiempo he ido alternando y he estado suscrito a newsletters bastante interesantes como Good, Brain Pickings Weekly, Now I know, Milkshake, TBD… aunque reconozco que a dí­a de hoy solo mantengo la suscripción a Netted, WPMail.me y The Hacker News Newsletter, de donde destacarí­a esta última, que al menos bajo mi punto de vista ofrece una selección semanal de artí­culos geeks bastante chulos.

A lo que voy, ¿Qué tienen en común todas estas interesantes newsletter americanas? Que el 100% de ellas permiten darse de baja en un click. Haces click en un enlace, visible al final del email y ya está, adiós muy buenas. En definitiva: si alguien se quiere ir por qué vas a impedí­rselo, ¿qué puedes ganar positivo con ello?

Mientras, en España, he llegado a ver de todo cuando he tomado la decisión de darme de baja de una newsletter, normalmente comercial y que no me aporta nada: la tradición es mandar un e-mail a alguien para ser dado de baja. Y ahí­ empieza la odisea: he llegado a ver cómo el email que enviaba para pedir la baja rebotaba, como si no existiese ese email o estuviese lleno. El siguiente paso natural, al menos en mi caso gracias a Gmail, es hacer un filtro para que todos los emails que lleguen de esa dirección sean directamente borrados.

El colmo viene cuando intentas hacer un filtro y te fijas como, curiosamente, el emisor cambia la dirección de email para evitarte hacer un filtro, así­ que el asunto de darte de baja se te pone entre ceja y ceja y, obviamente, consigues hacer un filtro para que no entren, aunque no sea en base al emisor del email. El paso siguiente y final es tachar a la empresa en cuestión de tu shortlist a la hora de consumir algo.

Normalmente este tipo de cosas van acordes con el espí­ritu de la empresa, todos tenemos al menos un caso en la cabeza de este tipo de situaciones con alguna newsletter. Pero, por suerte, cada vez la competencia es más transparente y amigable al respecto de este tipo de cosas.

Google+, impresiones iniciales

Llevo como una semana recibiendo 4 ó 5 preguntas, en Twitter y en emails, del tipo ¿Oye, qué te parece Google+? sin saber muy bien qué decir exactamente porque me cuesta tener una opinión formada, pero voy a intentar explayarme y explicarme lo suficiente en este artí­culo, para que quede todo claro. Bueno, vamos por partes.

¿Hacer las cosas bien es monopolio?

¿Qué es el monopolio? ¿Son todos los monopolios iguales? ¿Dónde está el lí­mite del monopolio? íšltimamente hay una pequeña revolución sobre «lo que está consiguiendo Google», con acusaciones rollo «be evil», «son el gran monopolio» y demás…

Pero por partes. Hasta que apareció Gmail, los clientes de correo web dejaban que desear, aunque al no existir mucha alternativa nos conformábamos: en mi caso usaba Yahoo! y Roundcube, que es un servidor de correo bastante majo para instalar en servidores.

Y en ésas llegó Gmail: una interfaz bastante buena, un alojamiento increí­ble y más caracterí­sticas que poco a poco ha ido añadiendo como poder gestionar varias cuentas y demás. Google se comió poco a poco a gran parte de las soluciones existentes en el mercado.

Ahí­ es donde vienen los problemas: ¿Qué pasa si haces las cosas bien? Si haces un buen servicio de e-mail online, un buen servicio de calendario online y compras el servicio de ví­deos de moda… te comes a prácticamente todo el mercado. Y ahí­ es donde entran antiguos tiburones asustados, como los operadores de telefoní­a que estaban cómodos ofreciendo correos con 2 Megas de capacidad, acusando de muchas cosas a Google.


Creedme cuando os digo que no soy yo precisamente un defensor férreo de Google, de hecho Android no me gusta ni me gustan los últimos lanzamientos de Google, pero hay que darle el mérito de haber creado una joya como Gmail o Google Maps, cosas que han cambiado en parte el internet de los últimos años, especialmente la segunda.

El problema viene cuando la gente se planeta abandonar Gmail, yo lo he pensado en los últimos meses. Y claro, ¿a dónde vas? Ni os imagináis el temblor que me ha dado al volver a entrar en mi cuenta de Yahoo Mail. Sigue más o menos igual o incluso peor, con una especie de «adaptación a las redes sociales» a través de algo tan bizarro como Microsoft Silverlight, que está lejos de ser la solución.

¿Por qué nadie se plantea una alternativa a Gmail? ¿No hay ganas ni dinero? Yo llegarí­a a pagar por un correo web que fuese una alternativa real a Gmail, pero nadie parece interesarse, quizá no sea mercado. O quizá simplemente no se pueda. No lo sé. ¿Lo sabéis vosotros?