Quien esté siguiendo el fútbol en la Sexta sabrá que hay dos Ligas: la que se está jugando en el campo y la que está jugando solito arriba en la cabina, atado a una pajarita, Andrés Montes. Si usted sigue la Liga en directo se dará cuenta de que no es posible atender a una cosa y a la otra al mismo tiempo. Montes y el fútbol se superponen, se solapan, y de ahí el mérito del comentarista, cuya verborrea compite de tú a tú con los Messi, Ronaldo y compañía. Al final, el telespectador, saturado, se entrega o bien al fútbol o bien a Montes, lo que bien mirado no está tan mal, aunque uno en ese caso hubiera preferido a Carlos Blanco.
La vida fue maravillosa, un artículo escrito por mi amigo Manuel Jabois en Noviembre de 2006, sirva de obituario.
Caiga bien o mal el personaje (a mí no me gustaban sus retransmisiones por ejemplo, pero reconozco que tuviese un estilo propio), es inevitable entristecerse cada vez que sucede una muerte así…