Ser social no depende de que tu empresa use una plataforma u otra.
Ser social no depende de cuánto presupuesto te gastes en Redes Sociales.
Ser social es otra cosa.
Ser social implica abrir tu compañía aprovechando las distintas posibilidades que te ofrecen las Redes Sociales, descubriendo los beneficios de la presencia social a los empleados de la compañía. Implica atender y comprender las necesidades de tus clientes hablando con ellos a través de esos canales, ofreciéndoles de forma sincera y transparente tus productos y sobre todo siendo natural. Porque precisamente, al que finge ser social en Redes Sociales acaba siendo marcado como un impostor.
Si las compañías ya fuesen sociales probablemente yo no tendría empleo. Porque mi empleo consiste en hacer que los empleados y, por ende, la compañía donde yo trabaje, sean más sociales. Y éso implica muchas cosas: no tanto perderle el miedo a ser social sino más bien hacerles ver cómo siendo más sociales van a cumplir de mejor manera sus objetivos, usando de una u otra manera todas las herramientas a su disposición.
Hay que concebir lo social como algo líquido que, en mayor o menor medida, impacta a gran parte de una organización. Impacta en gran medida a departamentos de Comunicación y Marketing al ser departamentos sociales por naturaleza a la hora de comunicarse con clientes y posibles clientes, pero también impacta a otros departamentos: atención al cliente (cómo resolvemos problemas de un cliente), operaciones (cómo fidelizamos y establecemos relaciones más sociales con nuestros clientes), etc… .
Hay personas que creen que ser social consiste simplemente en asociarse con una plataforma o red social. Aparte de ser algo arriesgado, sigo siendo bastante escéptico de los cobrandings y más aún de los cobrandings con Redes Sociales. Algo así no implica en absoluto que tu empresa sea social. Una compañía tampoco va a ser más social por tener más presencia en más Redes Sociales. De hecho, probablemente será menos social, porque tendrá menos tiempo para poder dedicárselo a pensar en el medio y largo plazo, en la constante revisión de sus objetivos, estrategias y tácticas sociales. Menos siempre es más, también aquí.
Y todo esto implica evangelización, sin duda alguna: implica marcar un rumbo, revisarlo constantemente pero también decir no a cosas que suponen alterar ese rumbo, gastando mucho tiempo y esfuerzo en explicar por qué ese rumbo no es correcto, asegurándose de que se entienda. Cualquier empresa puede ser social hoy en día: de hecho las pequeñas y medianas empresas tienen una ventaja competitiva realmente grande para ser sociales de manera más sencilla y no todas se aprovechan de ello. He visto a encargados de estaciones de esquí haciendo un genial parte diario en Facebook con cuatro párrafos y una foto desde la estación. Me he vuelto seguidor acérrimo sin haber esquiado en mi vida. He visto a talleres de coches poniendo en Twitter al jefe del taller a contestar dudas puntuales todos los Jueves. Me he vuelto seguidor de ese taller sin haber conducido un coche en mi vida.
Ser social parece sencillo pero implica llegar a la raíz de una compañía, que en ocasiones puede ser enorme. Implica conocer la visión de la compañía, implica ver los pasos necesarios para llegar a ello y finalmente implica pensar en cómo ser social puede contribuír a ello. Desconfía de los que te ofrezcan cualquier otra cosa.