Nunca se deja de aprender de los errores…

Y es algo en lo que cada vez insisto más: siempre se sigue aprendiendo de los errores y de hecho yo al menos siempre he aprendido más de los errores que de las cosas que he hecho bien, que te traen otras muchas cosas pero de las que nunca aprendes gran cosa.

Mi último error fue ayer; tení­a que dar una pequeña charla y lo tení­a todo listo tal y como suelo hacerlo últimamente: usar Keynote en un Macbook y tirar de Keynote Remote en el iPhone para pasar las diapositivas, básicamente porque permite mostrar anotaciones de cada diapositiva en el iPhone y así­ no me pierdo en el guión de la presentación. También Keynote tiene un modo de «Vista de presentador», pero si estás moviéndote un poco ya pierdes el portátil de vista, así­ que se vuelve un poco inútil a veces…

Total, que tení­a todo preparado –y en este tipo de cosas especialmente no me gusta dejar nada abierto a imprevistos– hasta que llegué a la sala donde tení­a que dar la charla…y comprobé que ya estaba lista mi presentación en otro ordenador (se la habí­a pasado con anterioridad en PDF) y que tení­a que empezar ya, nada más llegar, pues tomaba el relevo a otra persona que estaba hablando antes.

¿Qué hacer? ¿Abrir el portátil aunque solo sea para leer? No. Por suerte tení­a bastante memorizado el guión y al final creo que no me dejé nada, pero me he llevado una pequeña lección: llevar una hoja con las anotaciones del guión, por si las moscas