Hacía mi propio agujero en la playa con una lata de tomate, le hacía un agujero en el centro, cogía una vara de arbusto, luego ponía un pañuelo y eso hacía de bandera. Alisaba la arena y allí pateaba como si fuera un green, no en las mismas condiciones pero a mi me sirvió, ahí está la prueba.
Lo que digo viene de «El adiós de Seve», un genial reportaje de Informe Semanal (de quiénes si no) en 2007 sobre la despedida de Severiano Ballesteros.
Decía el otro día Raúl:
Hace tiempo citaba a Drucker cuando decía que es mucho más rentable dedicar nuestros esfuerzos a perfeccionar aquello en la que yo somos buenos que a ser mediocres en aquello en lo que somos torpes. Un tema sobre el que Chema hacía alguna puntualización hace unas semanas. Y que a la vista de lo expuesto, admite una vuelta más: ¿y si esforzarse en mejorar algo que no se nos da bien de forma natural fuese importante, no tanto por los resultados concretos que vayamos a conseguir, sino por el hecho de forjar el hábito, de acostumbrarse a vencer a base de esfuerzo lo que no se puede vencer a base de condiciones naturales? Porque, por muy «talentosos» que seamos, en la vida nos vamos a encontrar muchas situaciones para las que no estamos naturalmente dotados. Y si no tenemos desarrollada la costumbre del esfuerzo… ¿qué hacemos? ¿Retirarnos? ¿»Pasar»? ¿Y si no podemos? Por supuesto, todo es mejor cuando «se te da bien»; pero si resulta que no, mejor tener preparado un «Plan B».
No tengo demasiada idea de la trayectoria de Severiano Ballesteros, nunca he jugado al golf, pero viendo que su figura es mil veces más apreciada en el extranjero que aquí ya te hace una idea de su grandeza, un caso más de lo que suele suceder en España.
PD: ¿Por qué RTVE no deja embeber en tu blog sus vídeos de «RTVE a la carta»? ¿Son temas legales?