España, además de muchas cosas malas, es un país ruidoso: lo nota cualquier persona que venga de fuera y lo notamos todos los que nos gusta tener silencio cuando estamos trabajando en algo o simplemente no nos gusta que nos griten cerca.
Y a través de este genial artículo de Hábitos Vitales (un blog muy interesante que sigo hace tiempo, por cierto) me entero de la existencia en Suiza de «Vagones del silencio».
En estos vagones no está permitido ningún tipo de ruido ni conversación estridente; se prohibe el uso de móviles, de ordenadores y de aparatos de música, prácticamente cualquier tipo de sonido está prohibido.
Imagino que este tipo de vagones tienen su sentido en trayectos de ida y/o de vuelta hacia el trabajo, donde o bien aún estamos a medio despertar o bien estamos cansados. Y sinceramente, me parece una genial idea que yo usaría.
En el Metro de Madrid pasa algo relacionado: antes era uno de los pocos lugares con cierta paz en la ciudad; entrar en un vagón solía ser sinónimo de desconexión durante un rato, pero de un tiempo a esta parte es todo lo contrario: alguna banda tocando, alguien oyendo música con un altavoz, otra persona hablando en voz alta por su teléfono móvil…
Todos necesitamos el silencio y a los que nos cuesta muchísimo concentrarnos más aún: yo necesito muy a menudo el silencio en la oficina para alguna tarea concreta y casi nunca lo tengo, así que hago ciertas tareas concretas en horas a las que sé que podré concentrarme un poco (en otros casos las hago en casa).
¿Por qué en España no se valora el silencio?